martes, 20 de noviembre de 2012

¿Existen los niños malos?

A lo largo de la historia se ha observado, a través de la pantalla del cine y de la literatura, la maldad en los niños. Esta imagen del niño malo, o del niño proclive a sentir ciertas cosas paranormales es muy común; y llega con más fuerza a las personas. Social y moralmente no concebimos a los niños como malos; por el contrario, tenemos el concepto de que son buenos, puros, y sin rencores, ya que aún no conocen todas las imposiciones o parámetros establecidos por la sociedad. Al romper con estos esquemas y mostrar imágenes fuertes sobre personas que supuestamente son de por sí buenos, se producen diversas sensaciones como el temor, discrepancia, incomprensión, entre otras. Por esto los niños juegan un papel importante al momento de darles un rol, ya sea en la realidad o en una película o novela. Todo niño puede ser considerado malo dependiendo de sus actitudes y del contexto en el que se encuentre. Generalmente las personas más crueles y sinceras son los niños porque; manipulan para conseguir lo que desean, discriminan a los otros niños y muchos, inclusive, tratan mal a las personas. Obviamente todo depende de la crianza y de las vivencias que tengan; ya que de su formación depende su carácter. Por lo tanto no son tan inocentes como se piensa. En la película de Diego Luna, Abel es un niño que al salir del hospital psiquiátrico adquiere un rol diferente al que tenía en su familia. Ya no es el típico niño, si no asume el papel de padre y jefe de hogar. Su familia acepta el rol que ha tomado, para ayudarlo en su salud mental. Esto lo podríamos comparar con los “niños malos” de las películas de suspenso, donde existe un cambio de rol y una transformación de sus actitudes. Al principio observamos un niño dulce, aparentemente normal, bueno; pero que con el transcurso de la trama, este se va convirtiendo en un ente malo con características y actitudes totalmente diversas a las establecidas. En “Abel” el niño igual sufre una transformación; adquiere el papel de padre de familia tanto con su madre como sus hermanos; olvidando su comportamiento de niño de 8 años. Aquí se da un juego de aceptación y de negación de la realidad. Lo mismo pasa en “El señor de las moscas” donde observamos la maldad de los niños, y de la transformación que pueden sufrir al encontrarse en otros escenarios. Ellos asumen el papel de personas grandes, de entes dominantes y dominados, incluso hay momentos donde se comportan como bestias, olvidando los parámetros sociales de bien y mal. Esta película es fuerte porque se muestra otra imagen de los niños, algo que creemos que únicamente está presente en los hombres y mujeres mayores. En el cine vemos niños malos, que son capaces de matar, manipular y de conseguir lo que se proponen; sin embrago, esa realidad no está muy apartada de lo que realmente pasa, ya que un niño criado en diversas situaciones, puede adquirir las mismas actitudes. Igual todo depende del concepto de malo o bueno que tengamos.

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